Mi buen maestro dijo: "Mira, hijo mío, las almas de aquellos a quienes la ira venció. Quiero tambien que tengas por cierto que hay bajo el agua gente que la hacen hervir toda con sus supiros, como te dirán tus ojos doquiera se vuelvan. Metidos todos en el cieno, dicen:"Estuvimos tristes en el aire dulce, alegrado por el sol, porque llevábamos dentro turbios vapores, y aquí nos entristecemos en la negra charca". Esta lamentacion se les atraviesa en la garganta y no pueden pronunciar las palabras enteras".