"Que impresión producía el rojo de la sangre contra el blanco del lavabo de porcelana, pensé. con cuánta viveza llegaba aquel color a la imaginación, vaya sacudida estética. En comparación, los demás fluidos que segregábamos eran pálidos, chorritos apagados. Babas blancuzcas, semen lechoso, meados amarillos, mocos verdosos. Excretámos colores de otoño e invierno, pero corriendo invisible por nuestras venas, la esencia misma que nos mantenía con vida, estaba el carmesí de un pintor enloquecido; un rojo brillante como pintura fresca."
Paul Auster,
La noche del Oráculo.